lunes, 20 de mayo de 2013

Nuevo Libro

Patrimonio Industrial Oleícola

Patrimonio Industrial Oleícola
2013 / ISBN 13: 978-84-615-0732-0

Formato: 21x24 cm, XIV Capítulos, 400 pág.

Información: oleicultura@gmail.com

  

viernes, 28 de diciembre de 2012

Libro: "De los molinos tradicionales a las fábricas"



© María Yolanda López Gálvez, 2012
© ACUPIS, 2012

ISBN-13: 978-84-616-1697-8

Índice: 1.- Introducción. 2.- Objetivos y justificación. 3.- Evolución territorial del olivar andaluz: de señoríos a latifundios. 4.- Materiales y métodos. 5.- Evolución en el diseño técnico-arquitectónico de almazaras: molinos y fábricas. 6.- Ejemplos de almazaras pertenecientes al Patrimonio Industrial andaluz: siglos XVIII-XIX. 7.- Conclusiones. Bibliografía.

Desde 1830 a 1930 se sucedieron tres etapas que dieron lugar al origen y desarrollo de la industrialización del aceite de oliva. La primera ocupa las décadas centrales del siglo XIX: 1830-1880, siendo durante aque-llos años cuando se dio el primer gran impulso hacia la modernización tec-nológica de las almazaras, que sustituyeron las antiguas prensas de madera por otras de fundición e introdujeron los nuevos materiales de la Edad Contemporánea. Este cambio de lo tradicional a lo industrial fue debido a la desaparición de los privilegios señoriales, la puesta en cultivo de tierras desamortizadas, el acceso a la propiedad de nuevos titulares y al aumento de la demanda, interna y externa. Una parte importante del aceite español era destinado entonces a usos industriales en los mercados europeos (Alemania, Dinamarca, Inglaterra, Rusia, etc.). Será precisamente dicha etapa el tema fundamental de análisis para el presente trabajo. Durante la segunda fase: 1880-1900, tuvo lugar una crisis agropecuaria que frenó la expansión anterior y exigió una profunda transformación al olivar español.


Por último, la tercera etapa considerada (1900-1930) fue, de nuevo, un periodo expansivo, aunque con unas características diferentes a las del primero. Entonces, los mayores esfuerzos se centraron en el aumento de los rendimientos agrícolas (aceitunas por hectárea), en obtener aceites de mejor calidad (modernización de las almazaras) y en la búsqueda de nue-vos países consumidores. Durante aquel periodo, España llegó a ser el pri-mer productor y exportador de aceites de oliva en el mundo, aunque una
parte importante de su comercio tenía como destino Italia. Esta etapa fue también protagonista del "capitalismo andaluz de base agraria", debido a que diversos emprendedores catalanes y levantinos decidieron instalar negocios oleícolas en las principales provincias productoras del aceite de oliva: Jaén, Córdoba y Sevilla.


Más información en: oleicultura@gmail.com

viernes, 29 de abril de 2011

Libro Catedrales Olvidadas



El arquitecto César Azcárate defendió su tesis doctoral en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra, en la que ha analizado la construcción de 667 silos verticales levantados en España entre 1949 y 1990.

Una vez terminadas la Guerra Civil Española y la II Guerra Mundial, España comenzó a introducir reformas para superar la mala situación económica. Una de ellas fue la creación de la Red Nacional de silos y graneros como elemento regulador de la producción triguera. De esta intervención surgieron 667 silos verticales encuadrados en 35 tipologías y que han sido catalogados y analizados en la tesis doctoral titulada "Catedrales olvidadas. La Red Nacional
de silos en España. 1949-1990".  

Según el autor del estudio, "los silos de la Red Nacional han sido no sólo uno de los más importantes episodios de construcción pública realizados desde el ámbito de la ingeniería, sino también un fascinante episodio arquitectónico".


El título de la tesis habla de 'catedrales', debido a que "las similitudes formales en planta y sección de los silos con la tipología basilical van aún más allá si la carga emotiva del observador es capaz de contemplar con sensibilidad: similares dosis de potencia y belleza en edificios funcionalmente tan dispares. Los silos de la Red Nacional son las catedrales olvidadas que, construidas bajo un mismo soporte intelectual y técnico por unos pocos ingenieros agrónomos, constituyen en mi opinión, uno de los más importantes episodios de construcción pública en España, y que ha sido olvidado por la historiografía de la arquitectura española del siglo XX", afirma Azcárate.

 
Diego Peris Sánchez, arquitecto
Las catedrales olvidadas

Hay elementos arquitectónicos que emergen del conjunto urbano y definen un perfil singular, una imagen que caracteriza a aquel lugar. Si en la Edad Media fueron las torres de las iglesias, en los años posteriores a la guerra civil española, las grandes construcciones destinadas al almacenamiento del trigo han definido el perfil urbano en muchos lugares. Su volumetría de grandes dimensiones, su altura, su aspecto cerrado y hermético, y sus colores claros establecen una referencia en el perfil urbano que compite con los grandes edificios religiosos o las torres de los edificios civiles. La imagen de muchas de estas ciudades, desde la lejanía tiene un perfil en el que los silos del Servicio Nacional de Agricultura tienen un papel importante. La inauguración de la Red la realiza Franco el 6 de junio de 1951 al poner en marcha el silo de Córdoba.

Son edificios de planta rectangular con grandes alturas o con celdas cilíndricas que tienen una presencia singular. Los interiores son espacios industriales de dimensiones impresionantes con la visión de grandes celdas verticales por donde una maquinaria sencilla consigue elevar el trigo hasta la parte superior, desecar el grano, eliminar el polvo y limpiar el grano que debe mantenerse en condiciones adecuadas para evitar su deterioro. Las grandes instalaciones de muchas de las ciudades definen el perfil de las mismas.

Los paisajes de los silos requieren nuevos interiores, espacios imaginativos, usos sugerentes en su interior que mantengan, al menos con carácter ejemplar, en diferentes lugares, una arquitectura que ha marcado la imagen del territorio durante largos años.

domingo, 24 de abril de 2011

Revista Patrimonio Industrial del Sur



Queremos anunciar la publicación de una revista electrónica que próximamente verá la luz bajo el título de:


PATRIMONIO INDUSTRIAL DEL SUR


Por ello, desde aquí animamos a todas aquellas personas interesadas en la investigación y difusión del patrimonio industrial a enviar sus artículos/investigaciones para su publicación en la mencionada revista.

En breve estará disponible la página web de la revista donde podrá consultarse toda la información respecto a la misma, que será editada de forma semestral.

Normas de publicación:

1.- Los artículos deberán ser originales y que no hayan sido publicados antes en otra revista.
2.- El formato informático de los trabajos será word extensión .doc.
3.- Los textos deberán estar mecanografiados a un espacio, con tipo de letra Times New Roman 12, con un máximo de 12.000 palabras, incluyendo notas, cuadros, mapas, gráficos o bibliografía.

4.- La primera página contendrá el título y los datos identificativos del autor o autores (filiación académica, dirección profesional, teléfono de contacto y dirección de correo electrónico...), así como un resumen del artículo (que no supere las 200 palabras) escrito en castellano e inglés y la referencia de cuatro palabras clave y cuatro códigos JEL en ambos idiomas.
5.- Las referencias bibliográficas irán al final del trabajo bajo el epígrafe de Bibliografía, ordenadas alfabéticamente por autores.
6.- Las citas textuales irán siempre entrecomilladas y los comentarios que introduzca el autor deberán ir entre corchetes para que se diferencien claramente del texto citado.
7.- Las notas irán a pie de página, numeradas correlativamente con números arábigos y voladas sobre el texto.
8.- Los cuadros, gráficos y otro aparato crítico deberá ir numerado correlativamente, llevando su título correspondiente y las fuentes claramente especificadas.

Para aquellas personas que tengan ya preparado algún trabajo y quieran enviarlo para su evaluación por el Comité Editorial de la Revista, pueden hacerlo provisionalmente al siguiente correo:


lunes, 18 de abril de 2011

INDUSTRIAS «NTRA. SRA. DEL CARMEN» EN PUENTE GENIL






El legado centenario del grupo de industrias «Ntra. Sra. del Carmen» se ubica en el barrio pontanense de la «La Estación», concretamente en la avenida que da nombre a la barriada. En su origen, la industria lindó al norte con la citada avenida y al sur con la vía férrea Córdoba-Málaga, quedando circundada por cercas en una superficie total que rebasaba las dos hectáreas. El complejo fabril estuvo formado, a lo largo de su historia, por diferentes instalaciones agroindustriales: harinera, fábrica de pastas, panadería, extractora de orujo, jabonería, almazara, refinería de aceite y almacenes. En el conjunto se producían aceites de oliva y aceites refinados de oliva u orujo, se aprovechaban las grasas mediante su transformación en jabones y, por otra parte, se realizaba la molienda del trigo con molinos de cilindros para producir harinas, elaborar pastas alimenticias (fideos) y fabricar el pan. Además incluía también edificios civiles dedicados a los trabajadores, como lo fueron la iglesia «Ntra. Sra. del Carmen» y las viviendas obreras.
La fábrica de harinas «Ntra. Sra. del Carmen» fue el primer edificio que se construyó en el complejo, empezando a funcionar el 17 de junio de 1905. En los primeros años de funcionamiento, la producción harinera oscilaba entre 18 y 20 toneladas diarias; cada día se vendían unos 4.000 panes entre Puente Genil y algunos pueblos de la comarca. Por otro lado, la Sociedad se dedicó también a los aceites de oliva y sus derivados. Tras 60 años de intensa actividad, la industria se declaró en estado de quiebra el 29 de septiembre de 1965.
El edificio principal que dio origen a las Industrias «Ntra. Sra. del Carmen», presentaba inicialmente tres cuerpos bien diferenciados: uno central retranqueado, para la fabricación de harinas y sémolas, y dos laterales, formados por naves pareadas de doble vertiente ―un par en cada lado― dedicadas a los cereales y sus derivados (pan, trigo, pasta…), cuya parte este se reformó posteriormente para otros usos. A la espalda de estas construcciones, concretamente por su parte oeste, se sitúan aisladas tres naves adosadas y simétricas a dos aguas, aunque pretéritamente implicadas en el aprovechamiento aceitero. Junto a estos últimos elementos se hallan una centenaria orujera con chimenea industrial de 42 metros y un edificio de construcción posterior (1954) destinado a refinería y jabonería, todos ellos cimentados sobre un solar anexo colindante con la vía férrea y desnivelado varios metros por debajo respecto a los restantes elementos del complejo.
El conjunto de industrias y servicios de «Ntra. Sra. del Carmen» quedaba delimitado mediante cercas enrejadas con zócalos y pilares de mampostería, en cuyo perímetro se dispusieron varias verjas de entrada. En este cerramiento se incrustaron diversas argollas que se utilizaron para ensogar a los carros de las personas que iban a comprar los productos allí elaborados.
La fábrica de harinas «Ntra. Sra. del Carmen» reabrió sus puertas el 14 de marzo de 2008, tras una profunda rehabilitación que lo convirtió en el primer hotel de cuatro estrellas con el que actualmente cuenta esta ciudad.
El inmueble formado por la jabonería y la refinería ha sido restaurado recientemente a través de una escuela taller y una empresa externa, convirtiéndolo en la nueva sede para una empresa pública municipal denominada SODEPO.


Autores: Alberto Moreno y M. Yolanda López (2011).

Bibliografía:
- LÓPEZ GÁLVEZ, M. Y. (2010). "El aceite de oliva y sus complejos industriales en la provincia de Córdoba". Universidad de Córdoba.
- MORENO VEGA, A.; LÓPEZ GÁLVEZ, M. Y. (2011). "Las harineras cordobesas: historia, tecnología y arquitectura (siglos XIX-XX)". Córdoba.

domingo, 17 de abril de 2011

Complejo Industrial «La Alcaparra» en Montoro (Córdoba)







      

            Este complejo agroindustrial tuvo su origen en la compra que realizó D. Diego Pérez Campanario de una finca sita en Montoro denominada «La Alcaparra» en los años 1930, en la cual existía ya un molino aceitero. Posteriormente, a partir del molino preexistente, comienza a crecer en forma de estructura fabril, llegando a estar formada por edificios de oficinas, naves que albergaban la almazara, extractora, refinería y envasadora, laboratorio, almacenes y pabellones residenciales. Por su ubicación, la distribución del aceite se llevaba a cabo con una flota de 34 vehículos propios.
            El 16 de julio de 1972 fallece su fundador, cuando la empresa atraviesa un largo periodo de solidez económica, rentabilidad y prestigio. En septiembre de ese mismo año se hacen cargo de las instalaciones sus herederos, Juan Luis, Diego Luis, Fernando Javier y Concepción Clara, marginando de la dirección empresarial a los hijos ilegítimos del fallecido, los cuales habían colaborado con él en la gestión del negocio desde la fundación de la sociedad «Aceites y Derivados Campanario, S.A.».
En 1973 comienza la irresponsabilidad en la gestión, reducción de plantilla, descapitalización, etc. Continuando este proceso de deterioro hasta 1979 con abandono de parte de las instalaciones, incumplimiento de pedidos, cambios continuos en la gerencia de la empresa, hechos que culminan en 1981 con la paralización total de la industria, falta en el pago de los salarios, etc.
            En cuanto a su arquitectura, presenta una composición de estilo racionalista con un cierto carácter derivado del Movimiento Moderno en el cual se reutilizan materiales locales de la zona, como son la cal y la piedra molinar. Su diseño fue realizado por un arquitecto anónimo, apareciendo en el inventario de arquitectura moderna ARCH XX. Predominan los edificios con esqueleto de hormigón armado y de un aspecto colosal, generalmente de tres a seis plantas, en forma de cuerpos geométricos que presentan superficies planas revestidas exteriormente y pintadas bajo colores locales. Asimismo, se observa una tendencia por las fachadas desornamentadas, heredada de las premisas racionalistas aparecidas durante la II República Española (años 1930). Así, las fachadas están materializadas mediante paramentos enfoscados con revoco de cal y pintados en color blanco, donde el recurso ornamental se reduce al empleo de elementos con un cromatismo rojizo a base de recercados, molduras o contrafuertes, lo que proporcionaba una solución económica y, al mismo tiempo, resolvía bastante bien los problemas de mantenimiento periódico y aislamiento térmico. Los vanos presentan casi todos ellos un recercado de color rojizo y, en ventanas, una disposición predominantemente horizontal con un acristalamiento fijo dividido en cuadrículas de madera, destacando los de tipo oval en los muros piñones de las edificaciones tipo nave. En todos los edificios se observan contrafuertes verticales, generalmente imitando a la piedra molinar, en las intersecciones de los paramentos y, en algunos casos, molduras horizontales del mismo tipo que marcan las divisiones entre pisos. Las cubiertas inclinadas están construidas utilizando celosías metálicas y empleando a la teja cerámica como material de cobertura, aunque también existen cubiertas planas que funcionaron como auténticas azoteas de libre paso.
            Una cuestión aparte es el colosal edificio destinado a oficinas, de seis plantas, el cual aparece a la entrada del complejo. Destaca por su zócalo realizado en piedra molinar con argamasa, por su decorativo ladrillo a cara vista y por su gran verticalidad. Su fachada se resuelve mediante la creación de una retícula ortogonal, resaltada por una alternancia de vanos con cuadrículas de ladrillo visto, ambas de iguales dimensiones, que pueden observarse a simple vista. En cada una de sus filas y columnas se repite la misma disposición: la primera y última celda son ventanas, las inmediatas a ellas son rectángulos verticales de ladrillo visto y así sucesivamente estos elementos se alternan entre las celdas intermedias. De esta forma, las fachadas largas quedan con seis ventanas y las cortas con tres. El edificio presenta tres cuerpos bien diferenciados: uno central de mayor volumen del cual salen anexos otras dos estructuras, una más elevada y otra más baja respecto al cuerpo principal.
            La recepción de las aceitunas se realizaba en tolvas de mampostería hormigonada con toberas en el fondo y rociadores de agua direccionales, que trasladaban las aceitunas por arrastre directo a través de canales soterrados y, a su vez, servían para limpiarla de hojas, piedras, etc. De aquí llegaban a los cuatro molinos de martillo, situados en la azotea del edificio destinado a la producción de aceites. La pasta oleosa continuaba su camino hacia el termo-batidor horizontal de tubos calientes, para pasar seguidamente a la etapa del prensado, llevada a cabo por 19 prensas de las marcas Ruperto Heaton y Marzola con cuerpo de bombas independientes.
            En los años 1963-1964 se instalaron 24 extractores Alfin de los que se obtenía aceite de primera prensada o de extracción en frío. El interior del extractor ALFIN sufría una rotación muy lenta, donde las aceitunas eran empujadas mediante un movimiento de vaivén hacia las lengüetas metálicas localizadas en las paredes del mismo. Después de 30 a 40 minutos, las masas agotadas se volcaban a través de unas ranuras dispuestas en el frontal hacia el exterior, donde unos sinfines las conducían al termo-batidor y de ahí a las prensas.
            En la nave de extracción del aceite de orujo se distinguen dos zonas: la de extracción propiamente dicha, donde van instalados nueve extractores Ruperto Heaton con puertas de carga y descarga, un piso de maniobra en el nivel superior de la maquinaria (cabeza de extracción) y una tolva situada por encima de cada extractor. En la zona de secado se ubican dos secadores. Los vapores generados, que salen del ciclón de secado por su parte más alta mediante un conducto invertido, desembocan en la chimenea industrial junto con los humos de las dos calderas Babcook & Wilcox. El orujo seco, que sale por la parte más baja del ciclón de secado, se vierte sobre un transportador de cinta para luego ser subido por un elevador de cangilones hasta la parte alta de la nave, donde cae en la tolva de carga situada en el exterior.
            El edificio destinado a la refinería es de tres plantas y la refinación del aceite era de tipo química y discontinua, es decir, cada etapa tenía lugar en cada una de las plantas. En el piso más elevado comenzaba el proceso de la neutralización con sosa caústica, separándose posteriormente las pastas que se formaban. Una vez neutralizado el aceite, se decolora con tierras y/o carbón activo, depositado en tolva adyacente al decolorador.  En esta época no empleaban todavía la winterización, por lo que del decolorador el aceite pasaba al filtro-prensa situado en la segunda planta y de ahí al desodorizador. Tanto los decoloradores como los desodorizadores se encontraban en una entreplanta de estructura metálica. Cada desodorizador tiene un filtro de vacío y la salida de vapores se dirigía hacia un depósito de expansión para después pasar a un condensador barométrico. Posteriormente, el aceite se descargaba en unos depósitos situados en la segunda planta, justo debajo de cada uno de los desodorizadores. En la primera planta de la refinería nos encontramos con depósitos de hormigón armado de sección rectangular para el almacenamiento del aceite ya refinado. En resumen, la maquinaria básica de la que constaba la refinería era la siguiente: 4 neutralizadores, 8 centrífugas, 8 decantadores, 4 decoloradores, 4 filtros-prensa, 4 desodorizadores, 1 enfriador, etc. También, nos encontramos en la segunda planta de la refinería con una envasadora dispuesta en L y equipada con trenes de llenado para cristal, plástico y enlatado. Disponía además de una recuperadora de aceite, marca La Girondine, para las botellas de vidrio recicladas.
Autora: LÓPEZ GÁLVEZ, M. Yolanda (2010). "El aceite de oliva y sus complejos industriales en la provincia de Córdoba". Universidad de Córdoba.